Paridad de género
Es un herramienta que permite que la democracia pueda abordar la deuda histórica con las mujeres. Pretende corregir la persistencia de mecanismos de exclusión que dificultan la participación equilibrada de mujeres y hombres en las puestos de poder y de toma de decisiones. Este principio de presencia equilibrada, establece que, del conjunto de posiciones a repartir (en una lista electoral, en un consejo de administración, en un órgano de gobierno colegiado, entre otros puestos o lugares de poder) ninguno de los dos géneros tendría que tener una proporción inferior al 40% ni superior al 60%. El concepto de paridad se adoptó en la Declaración de Atenas, en el marco de la Cumbre Europea de Mujeres en el Poder (1992), en donde se concluyó que “la democracia requiere de la paridad en la representación y en la administración de las naciones”.